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Desde siempre me han gustado las artes escénicas y, en general, el mundo del espectá inicios en los escenarios se remontan a los años 80. En aquella primera etapa, empecé ofreciendo espectáculos para los niños y me especialicé en magia infantil. En una misma actuación, combinaba canciones acompañadas de guitarra, con el malabarismo, el equilibrismo y unas pequeñas pinceladas de magia. A finales de los años 80, combiné los espectáculos infantiles con la experiencia de formar parte de un grupo de rock catalán, que tenía un repertorio propio surgido de nuestra creatividad e imaginación.

Durante todos estos años, los niños han estado muy presentes en mi vida gracias al hecho de haber sido monitor de actividades de ocio en una casa de colonias. Los espectáculos musicales, de malabares y de magia, enseguida se convirtieron en un ingrediente más en la planificación de las convivencias de los niños.

Con los años, me di cuenta que lo que realmente me llenaba era la magia. El malabarismo y el equilibrismo como artes afines, pasaron a un segundo plano, cediendo todo el protagonismo a mi auténtica pasión, el ilusionismo.

No sé cómo explicar qué tiene el ilusionismo, pero a mí me provoca un cúmulo de buenas sensaciones que me hacen disfrutar en cada espectáculo, tanto si es para los más pequeños como si me dirijo a los adultos, para grandes públicos o para ambientes más íntimos y familiares, para celebraciones o para empresas. Sea del tipo que sea, cada espectáculo es único y me regala una experiencia que consigue que nunca deje de amar la magia.